Recursos educativos prácticos
con programación Neurolongüística. Primaria y
secundaria.
Daniel Gabarró Berbegal
Aumentar la velocidad lectora
No es posible sacar partido a ninguna lectura si no se
lee a una velocidad razonable. Sin embargo, algunos de nuestros alumnos y
alumnas leen a una velocidad demasiado baja y nos resulta difícil ayudarles.
Las técnicas que voy a explicar aquí han sido
experimentadas con éxito solamente por un veinte por ciento de las personas con
dificultades lectoras que las han probado. Me gustaría poder afirmar que la
mayoría de las personas que hacen los ejercicios que se proponen a continuación
mejoran su velocidad lectora, pero esto sólo ha sido así en un veinte por
ciento de las personas que los han realizado. Sin embargo, para este veinte por
ciento el cambio es espectacular: doblan su velocidad lectora en pocos días, en
tres o cuatro semanas y, muy a menudo, llegan a tener una velocidad excelente.
Lamentablemente, el resto tiene mejoras poco relevantes: menores a un quince por
ciento o, aunque aumenten inicialmente su velocidad dicho aumento no es estable
y, en el transcurso de unas semanas vuelven a su nivel inicial. No me ha sido
posible descubrir qué más debería añadir o cambiar o qué otros ejercicios
debería prescribir para ampliar el grupo beneficiado por las técnicas más allá
de este veinte por ciento comentado. Ojalá algún lector o alguna lectora, a
partir de esta propuesta, pueda perfeccionarla y compartir con el resto de
profesorado su aportación. Igualmente, y en favor del alumnado que sí va a
sacar provecho de estos ejercicios doblando su velocidad lectora, transcribo
aquí los ejercicios tal como están actualmente diseñados. Espero poder disponer
en breve de un cuaderno ya elaborado y listo para ser usado a través de la
editorial Boira (www.boiraeditorial.com), mientras esto ocurre les ofrezco aquí
la estructura de los mismos. Mientras no los realicen con ánimo de lucro, les
invito a dar forma a esta estructura elaborando sus propios cuadernos.
La estructura del cuaderno es la siguiente:
1.- Introducción e instrucciones donde se explica
la intención del cuaderno y cómo usarlo.
2.- Textos para medir la velocidad lectora inicial
y para medir las mejoras semanalmente.
3.- Textos para ejercitarse. Se empieza con los
siguientes textos:
a. Texto breve que debe ser leído en voz alta, intentando
ir despacio. Esta primera lectura debe hacerse poniendo el texto al revés,
esto es girando la página de manera que el encabezado del texto esté cerca del
suelo y no del techo como sucede normalmente. Esto obliga al cerebro a hacer
una lectura más global de las palabras, puesto que las ve al revés pero debe
leerlas con normalidad.
b. Texto en latín que debe ser leído en voz alta.
Este texto sirve para obligar a leer todas y cada una de las sílabas, al estar
en latín es imposible anticipar significados y obliga a una coordinación entre
la vista y la dicción mucho más intensa que en situaciones ordinarias. Esta
lectura en voz alta debe registrarse en un MP3 o similar.
c. Seguir el texto en latín registrado en el MP3 o
similar. Comprobar que se ha leído lo que efectivamente está escrito. Marcar
las palabras que han sido mal leídas previamente.
d. Volver al texto inicial para leerlo en voz alta
pero esta vez sólo se pueden decir las palabras cuando NO las estamos
mirando. Se trata de hacer una lectura como hacen las presentadoras y
presentadores de televisión: miran el texto escrito que tienen sobre la mesa y,
al levantar la cabeza mientras miran a la cámara, dicen lo que han leído. En
este ejercicio es igual: sólo puede decirse lo que se ha leído mientras se mira
hacia adelante, como si estuviésemos mirando a una cámara. Este ejercicio
amplifica la visión global, la anticipación, la memoria auditiva y el ritmo de
la lectura. Esta misma estructura (texto leído al revés, texto en latín,
escuchar el texto en latín mientras se comprueba su adecuación y lectura
mirando la cámara) debe realizarse de manera idéntica durante siete días con
textos distintos para cada día, como es evidente. Una vez pasados los siete
días, volvemos a medir la velocidad lectora correspondiente. Las personas que
no hayan mejorado no deben seguir con el trabajo o, como máximo, pueden
intentarlo una semana más. Si a las dos semanas no existe ninguna mejora, no
sigan insistiendo pues el ejercicio no les
será útil. Aquellas personas que hayan mejorado, pueden
repetir el ejercicio una semana más. En el caso que de haya alguna mejora,
sigan con el ejercicio hasta que la velocidad lectora se estabilice durante
tres semanas, en ese momento dejen de insistir. Normalmente, las personas que
han mejorado con este ejercicio lo pueden repetir dos o tres meses después y
muchos de ellos siguen mejorando hasta llegar a una velocidad lectora rápida.
Por lo tanto, repetir el ejercicio una vez al trimestre puede ser útil para los
que mejoran al realizarlo siempre y cuando sigan mejorando. Cuando la mejora ya
no se produce, no tiene ningún sentido repetirlo.